Comparte esta nota Para algunas personas son sinónimo de celebración; para otras, una fuente innecesaria de contaminación ambiental y los culpables de que sus mascotas sufran. Estas luces que iluminan el cielo y provocan controversia entre sus espectadores son mucho más que el resultado de encender una mecha y dejarla elevarse hasta explotar. ¡Boom! El centro de luz explota en forma de cascada mientras los hilos rojos de luminosos se difuminan en el cielo nocturno. Para que esto sucediera alguien debió haber encendido una mecha que hizo que el cohete saliera disparado y, cuando alcanzara la altura adecuada, explotara; después, bastan algunos segundos para que el color desaparezca tras la explosión. Muy fácil, ¿no? Los fuegos artificiales o juegos pirotécnicos no sólo son el sonido y los colores que se hacen y deshacen en el cielo: “son el resultado de conjugar la química y el arte”, asegura el doctor Humberto Gómez, coordinador de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Investigación (USAI), de la Facultad de Química de la UNAM. Para lograr la explosión es necesario utilizar un propulsor y un retardante, ambos cargados con pólvora. Los responsables de iluminar el cielo con distintos colores son los compuestos químicos contenidos en pequeñas esferas llamadas “estrellas” en una esfera más grande de cartón. Si se agregan diferentes hileras de estrellas, el juego pirotécnico cambiará de color al explotar. Después de prender la mecha, la llama incendia el propulsor, lo que hace que el cohete se eleve; pasa al retardante, el cual permite que alcance la altura deseada antes de llegar a las estrellas; los compuestos se llevan a un estado ionizado y cuando caen empieza el espectáculo de luces. ¡Lo que vemos no es un incendio, sino compuestos químicos enfriándose! Cada color se obtiene al utilizar un compuesto que reacciona a cierta temperatura. Algunos ejemplos son: litio para obtener color rojo, sodio para amarillo, zinc para el blanco, cobre para el verde, plomo para azul marino, arsénico para azul pálido y potasio para el violeta. El doctor Gómez afirma que el magnesio se utiliza para lograr un efecto brillante en los colores y que estos compuestos son los únicos que emiten luz en un rango visible y no pueden ser reemplazados por opciones menos contaminantes. Aunque parece fácil, los fuegos artificiales sólo pueden ser armados por expertos. Principalmente por el peligro que supone manipular sustancias químicas pero también porque si las estrellas están mal colocadas el resultado es una explosión desigual. De China para el mundo Contra los malos espíritus. Li Tan, un monje chino, rellenó una pieza de bambú con pólvora y la arrojó al fuego, produciendo una explosión. El primer uso de los fuegos artificiales fue “ahuyentar a los fantasmas”. Una dulce explosión. Los primeros fuegos artificiales usaban casi los mismos componentes que ahora, pero en lugar de pólvora, los chinos utilizaban miel; el problema era que se evaporaba y la energía se perdía. No siempre hubo color. Los juegos pirotécnicos empezaron a tener color hasta la época del renacimiento italiano, cuando se usó hierro y carbón para producir amarillo y anaranjado. Después se combinaron otros metales. Medio ambiente y animales La explosión de un juego pirotécnico es fascinante; sus efectos en el medio ambiente, no. Colores contaminantes. Los metales tienen un efecto contaminante en el medio ambiente, pero no existe una alternativa ecológica con la que se obtenga el mismo efecto visual tras la explosión. Enfermedades respiratorias. Partículas y gases como el monóxido de carbono tardan entre dos y tres días en disiparse, pero de ser inhaladas pueden provocar problemas respiratorios. Mascotas. El ruido de las explosiones y los estallidos constantes de luz causan miedo y ansiedad en algunos animales, algunos perros se vuelven agresivos ante estos estímulos. Posibles soluciones. Los dueños de perros deben procurar mantener la calma en estos eventos para no contagiarles más ansiedad y no perderlos de vista, ya que algunas mascotas intentan escapar. Fuente | DGDC UNAM Fundación UNAMLa Fundación es una organización establecida en favor de las causas y objetivos de la Universidad Nacional Autónoma de México y para fortalecer su imagen como nuestra Máxima Casa de Estudios, tanto en México como en el extranjero.