La UNAM: una máquina de sueños

…… Las palabras fueron “Woher kommen Sie?“, mi cerebro trabajaba al mil por hora tratando de recordar qué significaba esa frase. La sala era enorme, casi a obscuras, y al fondo la silueta de un hombre de pie, junto a la línea de docentes y jueces que esperaban escuchar algo que les hiciera estremecer. La única luz en la sala era la del enorme escenario, en el cual se asentaba un piano negro de cola y frente a él, un hombre alto y delgado de cabellera rubia. Lo voltee a ver, nerviosa, y ofreciéndome una sonrisa y en perfecto español me dijo: “No te preocupes, todo va a estar bien. Tranquila”.
Anécdota
Mi gusto por la música es innato. La combinación de adrenalina y emociones danzando por cada célula de mi cuerpo mientras interpreto en el escenario es el motor y estimulo que desde temprana edad me llevaron a emprender toda una aventura fuera de mi país y abrir brecha en el mundo operístico internacional para alcanzar mi sueño: convertirme en una cantante profesional en la categoría de Soprano Ligera.
Este sueño me ha llevado a impregnarme de una cultura lejos de mi país, México. La base para emprender un viaje de 12 años de estudios para adquirir el conocimiento y técnica necesarios de una Licenciatura en Canto con la categoría de Soprano Ligera en Austria, la encontré en nuestra Máxima Casa de Estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, vía la Escuela Nacional de Música, en donde me abrieron las puertas para vivir mis primeras experiencias de esa sensación imparable que me invade en el escenario y que me llevó a emprender este largo camino de sacrificios, pero también de enormes satisfacciones y que está a punto de concluir su etapa de preparación.
Siempre supe que mi vida no iba a ser una vida común, y la perspectiva de un futuro así me emociona extraordinariamente. Desde muy pequeña disfrutaba acompañar en la guitarra a mi padre con canciones de Chava Flores, pero la primera exposición que tuve a la música clásica fue a los 14 años, cuando vi el musical de “El fantasma de la Ópera”: el personaje de la Prima Donna entró en escena y ese fue el instante en que decidí que sería una cantante de ópera; lo que me impulsó a buscar un espacio en el Conservatorio Nacional de Música, pero tuve que esperar a terminar mis estudios de preparatoria, según me informaron en mis primeros acercamientos.
Sin embargo, no perdí el tiempo para exponerme a la música clásica. La Sala Nezahualcóyotl se convirtió en mi aula de estudio, y la OFUNAM, mi maestro favorito. Ahí tuve la oportunidad de escuchar una gran cantidad de conciertos, lo que me motivó a emprender un camino de preparación y esfuerzo casi autodidacta. Las primeras clases con la maestra Eugenia Sutti me llevaron a formar parte del coro Convivium Musicum, adentrándome a un verdadero contacto con la música clásica, en el cual pude contar con el privilegio de compartir escenario con el coro de la Escuela Nacional de Música. Nos presentamos en recintos como la sala Nezahualcóyotl, la sala Blas Galindo y el mismo Palacio de Bellas Artes. En noviembre de 2003 participé en el concierto de una amiga y colega cantante en el teatro Javier Barros Sierra de la FES Acatlán, la sensación fue extraordinaria, cada vez que salíamos al escenario una ola de adrenalina invadía mi cuerpo y me sentía imparable.
Llegado el momento de decidir sobre mi carrera, debo de admitir que parte de mi deseaba ser abogada, tal como mi padre. Sin embargo, mi corazón me dijo que si en verdad quería cantar, debía dedicar todo mi tiempo y esfuerzo en lograrlo y es así como busqué ingresar al Conservatorio, sin lograrlo, lo que me llevó a emprender un largo camino a Viena, Austria, logrando realizar mis trámites de admisión para aplicar en la Universidad de Música de Viena.
El primer requisito fue aprender alemán, apareciendo nuevamente la Máxima Casa de Estudios, esta vez a través del Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE), instituto que me permitió, durante dos años, sentar las bases de ese difícil idioma para afianzar mi aventura. Recuerdo que fue una de las épocas más interesantes en mi vida, el seguir los pasos de la familia tan vinculada a la UNAM y la perspectiva de poder leer a mis autores favoritos, como Heinrich Boll, en idioma original, y el poder realmente “sentir” un Lied de Brahms o Schubert, me llenaba de emoción.
Inicié con los trámites y pasaron dos semanas para recibir en la puerta de mi casa la carta de aceptación para la audición de ingreso a la Universidad de Música de Viena, pero ésta no fue exitosa. Jamás podría competir con una vida de educación musical constante: de los 250 aplicantes extranjeros solo había lugar para ocho estudiantes. Sin embargo, mi sueño de convertirme en una cantante profesional no había sido opacado. Así llegué al Conservatorio Prayner, donde comencé mis estudios bajo la tutela de la maestra Shu-Ling Yang.
Los primeros meses en Viena fueron duros pero decisivos. Me tomó otros cuantos meses adaptarme al acento austriaco, pero con las bases del idioma alemán aprendido en la UNAM el amor por ese país sucedió inmediatamente y hoy tengo una trayectoria de 10 años inmersa en el estudio de la música clásica, perfeccionando mi voz e interpretando papeles como Gretel, en la ópera Hansel y Gretel; Marie, de la ópera La hija del regimiento; Siebel”, de la ópera Fausto; Susanna, de la ópera Las bodas de Fígaro; Amor, de la ópera Orfeo y Euridice y Adele, de El murciélago.
A punto de culminar una larga preparación de 12 años, un nuevo sueño por devolver a la UNAM, la Máxima Casa de Estudios, el conocimiento base adquirido para emprender tan largo viaje en Austria, está materializándose: difundir la cultura operística aprendida en aquél país en México, a través del público más noble y perceptivo que puede existir: los niños, una edad clave para fomentarles el gusto por la música clásica. Ahora, con las bases lingüísticas y musicales aprendidas en la UNAM, el haber tenido la oportunidad de interpretar mis habilidades en el canto, entre otros, en recintos y público de nuestra Máxima Casa de Estudios, hoy con el apoyo de la Fundación UNAM, estamos, la UNAM y yo, emprendiendo un proyecto para difundir presentaciones de ópera para niños con títeres, del cual tengo amplias expectativas de que florezca, por lo que en breve tendremos noticias.
Es importante considerar que la Fundación UNAM será un elemento fundamental en este proyecto para brindar oportunidades, como la que yo recibí, a jóvenes emprendedores y con sed de aprendizaje, para continuar sus estudios en los diferentes ámbitos del conocimiento universal, gracias al sistema de becas que tiene implementada la Fundación.
Es un sueño materializado que gracias al apoyo, misión y valores de la UNAM me permitirá difundir nuevas semillas en México y abrir oportunidades a las nuevas generaciones, regresando parte de este conocimiento y cultura adquirida en Viena, donde la música es parte fundamental del desarrollo educacional de los niños, y en México, con ello. ¡Por nuestra Raza Hablará el Espíritu!
Ximena Rodríguez, cantante profesional y soprano ligera
Fuente | El Universal
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