Toda una historia…

En 1967 ingresé a la Facultad de Comercio y Administración, fue muy emocionante desde la inscripción, llegamos en la madrugada ¡y se me ocurrió dar “fichas” para poner orden! En ese momento empecé mi vida como universitario.
En la UNAM viví intensamente México, tenía un compañero de clase cuyo padre era secretario de estado, otro con una familia de anticuarios que trabajaba en la Lagunilla, el “Guerrero” que vendía billetes de lotería en la Zona Rosa; Enrique Borja y Aarón Padilla, jugadores de los Pumas y seleccionados nacionales; y el gran Lorenzo Aguilar, un cantinero que trabajaba en la famosa cantina de su tío en Garibaldi; un gran crisol de la patria.
Tal vez mi familia no hubiera podido cubrir una universidad privada. Creo en la educación pública y en la UNAM como la gran institución de educación superior de nuestro país.
Un grupo de cuatro amigos: Tellez, Cherto, Cuevas, López y yo ganamos las elecciones de nuestra generación, para representarla.
Éramos una generación pequeña (350 personas), fuimos los primeros en ocupar el nuevo edificio (el anexo de la Facultad de Comercio y Administración). Durante los disturbios de 1968 fui el primer detenido estudiantil de mi facultad; Francisco Martín Moreno en su libro “Arrebatos Carnales”, en el capítulo sobre el presidente Díaz Ordaz, escribe sobre un agitador de nacionalidad rusa detenido que nunca se supo quién fue, hoy lo “descubro” y ¡fui yo!, ja, ja, hijo de padres mexicanos nacidos en México, con un apellido largo de origen ruso.
En esa etapa Jorge Garate, gran jugador de futbol americano, nos jaló al árabe Namnum y a mí a jugar en el equipo de leyes, fui takle y compartí con el mejor ala cerrada de la época, Juan Silva Meza, hoy presidente de la Suprema Corte, mi viejo y gran amigo. Esa era y es la UNAM.
Mi tesis se tituló “Implantación de Colegios de Ciencias y Humanidades Autónomos Económicamente” y fue un trabajo de equipo. El presidente de jurado en mi examen profesional fue el director de la facultad, José Antonio Fernández Arena, mi amigo hasta el día de hoy. Después me ofrecieron ser secretario de administración del CCH Oriente, primera unidad de nivel bachillerato que se abría en el oriente de la ciudad, una gran vivencia.
En 1972, durante la huelga de aquel año, yo era funcionario universitario. El rector don Pablo González Casanova dejó de serlo y mi jefe, Héctor Hernández Schawer, director general del Colegio, salió con él; entonces presenté mi renuncia.
Sigo vinculado con las organizaciones profesionales de mi carrera siendo parte de los consejos directivos y soy cercano a mi facultad, he sido miembro del consejo asesor y de la sociedad de exalumnos.
Mi cercanía con la UNAM ha sido permanente. En 1993 mi amigo el rector José Sarukhan invitó a un grupo de egresados a arrancar Fundación UNAM; desde el primer día fui miembro del Consejo Directivo, quería devolver a la Máxima Casa de Estudios lo mucho que le debía.
Por otro lado, el rector Guillermo Soberón me invitó a ser miembro del Consejo Directivo del Club de futbol Pumas, aporté mi experiencia en gerencia y mercadotecnia. Armamos un buen rollo juntos.
Vale la pena mencionar que como presidente del Grupo Bacardí participé en importantes proyectos, como el Centro de Innovación Tecnológica, presidido por el doctor Jaime Martucceli, y el Programa Integral de Aprovechamiento de Recursos, coordinado por la doctora Julia Carabias.
Después de la huelga de 1999, la rectoría la asume mi gran amigo Juan Ramón de la Fuente, quien me llama con la inquietud de revivir Fundación UNAM, porque consideró que sería muy importante para reconstruir la imagen de la UNAM. Se formó un nuevo Consejo Directivo, que presidí por más de seis años.
En la Fundación di todo mi trabajo con pasión, creatividad y compromiso, eso ayudó a que la UNAM volviera a adquirir su lugar: ¡la número uno en nuestro país y en América Latina!
No tengo duda de que dejé una fundación fuerte, viva, vibrante, que continuó produciendo resultados. Cumplí con mi misión. El rector José Narro y Rafael Moreno Valle, el entonces presidente, me entregaron la Medalla Fundación UNAM y me dieron sus palabras que permanecen grabadas en mi corazón, en ellas está el contenido de lo que aporté a uno de mis grandes amores: la UNAM.
En la celebración de los 50 años de la licenciatura en Administración, la directora de la facultad, María Eugenia Martín Granados, me invitó a hablar en el desayuno conmemorativo y a ser el primer orador en el ciclo de conferencias. Fue un gran honor que el primer detenido en 1968 ahora hablara en nombre de 50 generaciones.
Gracias de por vida.
Gracias por enormes vivencias y grandes recuerdos.
Gracias por siempre a mi Universidad. Gracias, mil gracias, UNAM
Isaac Chertorivski, licenciado
Fuente | El Universal
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