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Universitarios son capacitados para el área de Cuidados Paliativos

Los cuidados paliativos, el bienestar físico y la salud mental son indispensables para que el personal médico pueda atender a pacientes con enfermedades graves y a sus familiares, por lo que la Facultad de Medicina (FM) está realizando estrategias y actividades antiburnout para que los jóvenes estén preparados para enfrentar situaciones de final de vida, aseguró la responsable del Programa de Servicio Social de Cuidados Paliativos en Pregrado de la FM, Nayely Vianey Salazar Trujillo.

Para la creación de estas actividades, durante el Seminario de Estudios de la Globalidad de la FM, se realizaron evaluaciones para conocer las autocompetencias de los estudiantes, ya que es fundamental identificar ciertas emociones en ellos que posteriormente pudieran causar fatiga por compasión.

Los alumnos que realizan su servicio social en el área de Cuidados Paliativos son capacitados en conjunto con el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la FM para poder fomentar la resiliencia entre ellos, esto a través de actividades que fomentan el reconocimiento de sus emociones y su atención plena.

 “Nos damos cuenta que como sociedad cuesta trabajo hablar de la muerte o enfrentarla; se muere mal cuando los profesionales sanitarios no están formados en el manejo de las reacciones emocionales que emergen de la atención y en la comunicación con los pacientes; por eso se da un desgaste a nivel emocional”, comentó la experta.

Salazar Trujillo asegura que el autocuidado personal, físico y mental es medular en la formación de los universitarios en esta área, ya que así será más sencillo saber cómo enfrentar situaciones difíciles, además, es también fundamental incluirlos en talleres sobre comunicación de malas noticias y de detección de trastornos mentales en pacientes paliativos, de esta forma se pueden brindar los cuidados pertinentes.

Trabajar de esta forma con los jóvenes les enseña a vivir la vida de una forma más plena en la cual aceptan la muerte como parte de un ciclo vital humano, y por lo tanto, tienen la capacidad de transmitir paz tanto a los pacientes, como a sus familiares, ante un diagnóstico grave y sin posible cura o posibilidad de sobrevivencia.

La también coordinadora el grupo de trabajo “Calidad al final de la vida”, del Seminario de Estudios Sobre la Globalidad de la FM, subrayó la compasión como un instinto humano que genera calma, aumenta el autoestima y produce un bienestar cuando se aplica en auxilio a otro, mientras la autocompasión se refiere al comportamiento que tiene alguien con sí mismo ante ciertas situaciones.

Es decir, la compasión es parte de un comportamiento solidario que puede ser de gran ayuda para otras personas y se compone de tres elementos: el emocional, que genera un impulso para actuar; el conductual, que produce una decisión para llevar a cabo alguna acción que alivie el dolor de alguien más; y el cognitivo, correspondiente a la atención y percepción que le damos al sufrimiento ajeno. Especificó.

 “Se ha comprobado que las prácticas como la meditación y realizar actividades prosociales con actitud compasiva genera cambios notables en nuestro cerebro, porque provocan activación de estas áreas y de nuestro sistema neurológico del bienestar, generando emociones positivas”, detalló.

La académica concluye que la compasión es inherente a las personas y su aplicación también debería serlo, ya que de esta forma se podría generar un impacto positivo en la sociedad.

FUENTE: DGCS UNAM

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