Roger Bartra, apasionado universitario

Atrapado en el interés sociológico, el Doctor Roger Bartra ha desmenuzado al mexicano en sus múltiples investigaciones, la “Jaula de la Melancolía”, el “Oficio mexicano”, “La democracia ausente” y la “Locura sublime” son algunos títulos que el nuevo Honoris Causa de la UNAM ha dejado plasmada su pasión por la antropología.
Roger Bartra estudió Antropología con especialización en Etnología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y el doctorado en Sociología en la Sorbona. Es investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha impartido cátedra en importantes universidades de Estados Unidos y Europa.
Una de sus fascinaciones que considera como permanente, como antropólogo, es internarse en “terrenos desconocidos, distintos, otros, alternativos, extraños, raros…”
Es hijo de los escritores Agustí Bartra y Anna Murià, catalanes que llegaron exiliados a México durante la guerra civil española. Nació en la Ciudad de México en 1942. Se graduó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en 1967.
En su paso por la Universidad Nacional Autónoma de México se tituló como maestro en Ciencias Antropológicas, mientras que obtuvo el doctorado en sociología en La Sorbona, de la Universidad de París.
A través de sus investigaciones se ha internado en temas diversos, como la situación agraria de México, la identidad nacional, la modernidad y la mitología europea.
Es miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Estudió antropología, aunque su primera prioridad fue estudiar una rama de esta disciplina: la arqueología.
En sus inicios escribió ensayos sobre arqueología y se centró en el problema de la estructura social de la antigua sociedad azteca y los mecanismos de tributación. Confiesa que después tuvo una especie de crisis, la cual define como política, pues al adquirir conciencia de los grandes problemas nacionales, se dedicó al estudio de éstos.
Debido a esta inquietud estudió la carrera de antropología social, porque la arqueología le pareció “demasiado alejada, demasiado gris, demasiado poco comprometida y poco útil para enfrentar los grandes problemas nacionales”.
Con la idea de que podían surgir alternativas, dentro de la antropología social se enfocó en los problemas agrarios, porque le parecieron los más agudos en el campo, para el campesinado del México rural. Señala que se desengañó bastante pronto, porque al investigar al campesinado pudo darse cuenta de que “la problemática era bastante menos romántica de lo que yo imaginaba”.
Durante una parte de los setenta el Doctor Bartra se dedicó a las cuestiones agrarias, tema que escogió para su tesis de doctorado, pero a mediados de esa década abandonó estos estudios para resucitar “un tema que había sido dado por muerto: la identidad, la identidad del mexicano y lo mexicano”.
Recuerda que desde que Octavio Paz escribió El Laberinto de la Soledad, los intelectuales mexicanos consideraban que este tema ya estaba extinto y que no era interesante volver a él.
Cuando comentó que le “interesaba hacer un estudio etnológico dentro de esa temática, realmente pensaron que me había vuelto loco”. Para apoyar sus investigaciones hizo estudios de identidad nacional y nacionalismo. Se alojó por un tiempo en Estados Unidos para terminar su investigación y el libro La Jaula de la Melancolía.
Regresó a México para darse cuenta de que ese tema ya lo había tratado lo suficiente. Entonces regresó a la arqueología para ocuparse del estudio de la mitología y la historia antigua de Europa, así como la historia grecorromana y medieval. Para él era una temática muy interesante, ligada a los problemas de la identidad occidental; lo europeo a través de su mitología, y, sobre todo, la mitología del hombre salvaje. La identidad no se puede definir, afirma, no porque no exista, sino porque no se puede definir. Ésta “se va construyendo y reconstruyendo constantemente”.
El doctor Bartra supone que su inquietud por la identidad obedece a la situación peculiar y personal suya, pues es hijo de extranjeros: “en el siglo XIX me habrían dicho que soy un criollo, porque soy hijo de españoles, aunque estrictamente hablando no de españoles, sino de catalanes”.
Reconoce que su lengua materna es el catalán, lo que le creó una situación muy especial en la medida que pensaba que era en parte mexicano y en parte catalán.
“Que estaba dividido como por porcentajes. Idealmente mitad catalán y mitad mexicano. Al analizar, pensar y vivir esa problemática, simplemente me di cuenta que mi condición no es, a fin de cuentas, tan diferente a la de un celtal. Que no es ser mitad celtal y mitad mexicano, sino cien por ciento mexicano y cien por ciento celtal. Se pueden tener, íntegramente, dos, tres o cuatro identidades al mismo tiempo”.
El pasado 7 de agosto el Doctor Roger Bartra recibió de la UNAM el grado de doctor Honoris Causa, el cual es conferido a los profesores o investigadores mexicanos o extranjeros con méritos excepcionales, por sus contribuciones y su labor de extraordinario valor para el mejoramiento de las condiciones de vida o del bienestar de la humanidad.
Autor: Fundación UNAM
Un gran mexicano sin duda, ojala pronto podamos ver y disfrutar de un estudio de la aportación cultural y científica, en honor a quienes el destino mando a México, ellos y sus descendientes, aportaron mucho al desarrollo de nuestro México Pos revolucionario,
Honor a quien Honor merece, mucho por ellos y debe reconocerseles, en vida mejor.
Saludos desde Nuevo Laredo Tamaulipas.