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Ansiedad en los niños: un problema que puede detectarse y prevenirse

La ansiedad en infantes de Latinoamérica se tiende a expresarla como dolencias físicas o quejas somáticas; esto a diferencia de otras regiones que solo se siente temor y preocupación excesiva

Laura Hernández Guzmán, del posgrado de la Facultad de Psicología en la UNAM, ha investigado por más de 30 años la ansiedad en los niños; descubriendo principalmente que en Latinoamérica se tiende a expresarla como dolencias físicas o quejas somáticas; esto a diferencia de otras regiones que solo se siente temor y preocupación excesiva.

La ansiedad es una respuesta fisiológica, fácilmente confundida por miedo; pero la académica nos explica que no son lo mismo. Una es la reacción esperable ante una situación real de peligro; y, por otro lado, la ansiedad es desproporcionada, la persona se descompone por algo que podría parecer insignificante.

Al estudiar la ansiedad en menores de edad, dicho estado se manifiesta como pánico, nerviosismo, cansancio e irritabilidad; Guzmán por su parte, ha encontrado que predominan las fobias; especialmente las específicas, como miedo a ciertos objetos, animales o situaciones.

Muchos factores pueden desencadenarla; se trata de un fenómeno multifactorial donde intervienen desde predisposiciones genéticas o biológicas, hasta contextos y situaciones propias de la niñez, advierte.

Sin embargo, para lograr una comprensión más amplia, estudió otros aspectos como la fobia social, la ansiedad de separación e incluso los desastres naturales generadores de estrés postraumático.

Por ser difícil de detectar, Hernández describe a esta psicopatología como un problema interiorizado; ya que los síntomas no se detectan con facilidad y pueden permanecer ocultos por mucho tiempo; además, si el infante se encuentra en un ambiente hostil, puede afectarlo considerablemente, debido a no encontrar apoyo para procesar escenarios y emociones.

A diferencia de los de otro origen, los latinoamericanos al sentirse ansiosos pueden manifestar vómito, náusea o dolor de cabeza, o simplemente parecer enfermos, enfatizó.

Dichas manifestaciones pueden seguirse presentando causando repercusiones como el no querer asistir a la escuela, tener malas calificaciones o no socializar con sus compañeros y familia.

Para prevenir la ansiedad en los menores es importante que los padres, madres o cuidadores primarios sepan qué hacer; en vez de discutir, pelear o gritar frente a ellos lo ideal es ayudarles a regular sus emociones.

Hay que proveerlos de herramientas para lidiar con todas esas situacionescotidianas que les afecta, sugirió.

También recomienda estar atentos a cualquier manifestación de alerta aumentado; sobre todo si el menor señala que no se siente bien o se queja de algo somático, (no relacionado con alguna enfermedad).

Finaliza diciendo que todo ello son indicadores para buscar a un especialista, pues diagnosticar y tratar la ansiedad en la niñez de forma temprana es importante para evitar que, a largo plazo, ésta se exacerbe y genere otros problemas en la adolescencia y adultez, como la depresión.

Fuente: Gaceta UNAM

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