Entre el 2.2 y 14% de los ancianos son maltratados en el mundo

Algunos estudios señalan que entre el 2.2 y el 14 por ciento de la población envejecida en el mundo ha sufrido algún tipo de maltrato.
Entre los más frecuentes encontramos el abuso financiero, el maltrato emocional, la violencia sexual y la negligencia. Sin embargo, hay grupos en los que el maltrato es aún más frecuente, tal es el caso de las personas con deterioro cognitivo o aquellos que viven en residencias o centros de cuidado de largo plazo.
Tanto los organismos internacionales como los Estados y las diversas sociedades han reconocido que el maltrato hacia las personas envejecidas es una realidad que trastoca tanto el ámbito de lo privado como el público, que impacta negativamente a las personas y colectivos dañando la salud, la forma en la que nos relacionamos con la vejez, los viejos y el envejecimiento y, finalmente, las relaciones que establecemos como comunidad.
El maltrato por sí mismo, constituye una violación de los derechos humanos, pues afecta los principios de igualdad y dignidad y violenta el derecho de las personas envejecidas a vivir en condiciones de vida adecuadas.
El 19 de septiembre de 2011, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobó la resolución 66/127 en la que estableció el 15 de junio como el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. La pregunta es: ¿Qué podemos reflexionar hoy como universitarios y como miembros de una sociedad que envejece?
La discriminación hacia las personas por el hecho de ser viejas, se denomina viejismo y las prácticas viejistas constituyen formas de maltrato que en muchos casos son más comunes de lo que pensamos. De hecho, la mayor parte de nosotros maltratamos aún sin darnos cuenta.
Cuando hacemos comentarios negativos sobre la edad, sobre algunas enfermedades asociadas a la vejez o que resaltan ciertas características, estamos maltratando: “Ya déjalo, ya está chocheando”, “Yo no quiero llegar a viejo”, “Ojalá me muera antes de los sesenta”.
Podemos hacer conscientes aquellas acciones y pensamientos que, sin aparente intención, colaboran en la reproducción del maltrato y entonces, evitarlas. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad en la que los viejos sean siempre considerados personas, sus derechos sean respetados y su dignidad preservada.
Fuente: UNAM Global