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Edgar Tafoya Ledesma

La UNAM: un horizonte interminable

La Universidad tocó a mi puerta en 1996 y se instaló por completo. Fue el año que ingresé al Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Naucalpan, junto a toda una generación trastocada por la crisis económica de 1994 y, al mismo tiempo, por la esperanza que significó el movimiento indígena zapatista. Gracias a la UNAM comencé a entender lo que sucedía en aquel momento en la historia de nuestro país.

El CCH representó la posibilidad de investigar, de cuestionar y de analizar la realidad mediante una perspectiva distinta. Una ventana inmersiva a la cultura y a la ciencia, simultáneamente: a través de él pude conocer la interminable oferta cultural de la Universidad y descubrir mi pasión: la poesía, el cine, la música, las ciencias sociales y la diversidad etnolingüística de nuestro país. También me regaló las mejores amigas y amigos, grandes profesores, el placer irresistible por los libros y la invaluable necesidad de cuestionarlo todo.

Mi ingreso a la licenciatura en Sociología, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, significó un proceso acelerado en el tiempo. Fue el año previo al movimiento de la “huelga del 99”. Recuerdo con claridad y nostalgia mi primer día en la Facultad: la fascinación al ver una película de culto (Años Luz, de Alain Tanner), dentro de un recinto universitario y organizado por un cineclub de la UNAM. La combinación perfecta para mis tempranas expectativas profesionales: la posibilidad de combinar el arte, la literatura y el cine con las ciencias sociales.

A partir de ahí, todo comenzó a transformarse de manera vertiginosa: mis conocimientos se amplificaron, mis creencias se trastocaron por completo, algunos de mis valores fueron adquiriendo texturas y matices importantes. Pero mi capacidad de comprensión, sobre todo, fue abriéndose como el lente de una cámara que pretende captar una imagen total y completa.

En mi etapa de licenciatura, y con la responsabilidad de vivir de manera independiente, la Universidad me brindó la opción de contar con distintas becas, que me ayudaron a ser más disciplinado y sistemático en el estudio. Gracias a la labor incansable de instituciones como Fundación UNAM, muchos universitarios logramos obtener una formación profesional de calidad y la opción invaluable para avanzar en estudios de posgrado. Concluí tres maestrías, un doctorado, decenas de cursos y varios diplomados que la Universidad me ofreció como parte de su oferta inagotable.

Me incorporé muy joven en la docencia. Dos años después de egresar de la licenciatura, el Centro de Estudios Sociológicos me dio la responsabilidad de impartir cursos de Teoría Social. Después de muchos años ingresé como profesor de tiempo completo, combinando la docencia con procesos de investigación y difusión en distintos campos de estudio.

Actualmente soy coordinador del Centro de Estudios Sociológicos, cuento con más de 16 años de antigüedad en la UNAM y he dirigido más de 18 tesis de licenciatura y posgrado. Soy responsable del proyecto de investigación “Modelo de aula virtual en sociología contemporánea para la innovación docente”, y coordinador general del proyecto de investigación “Estudios de ciencia, tecnología y sociedad para el análisis de riesgo”.

Mi familia, mi trabajo, mi energía, mi cariño y mis principales responsabilidades están ligadas mediante un lazo indestructible con la Universidad. En ella me he formado como ciudadano y a ella le debo la vida que ahora puedo contar a través de estas palabras. Mi absoluto agradecimiento a la UNAM.

Coordinador del Centro de Estudios Sociológicos, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Fuente: www.eluniversal.com.mx

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