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Carmen Martínez Adame

La UNAM, las Matemáticas y yo

Me han preguntado en muchas ocasiones cuándo decidí estudiar Matemáticas, y la verdad es que lo hice muchas veces: en preescolar cuando regresaba de la escuela y quería hacer mi tarea de Matemáticas; en segundo de primaria cuando tuve que hacer un trabajo en el cual tenía que medir diferentes objetos; una vez más en tercero de secundaria y la última vez fue cuando llené la solicitud para hacer el examen de ingreso a la UNAM. En esta ocasión decidí estudiar en la UNAM y, desde ese momento, la Universidad se convirtió en mi segundo hogar.

Entré un 14 de agosto; la Facultad de Ciencias estrenaba el complejo Amoxcalli, que alberga la biblioteca, los auditorios y las salas de cómputo. Recuerdo que me tocó el turno vespertino y estaba convencida de que me dedicaría a la Geometría; sin embargo, aprendí Cálculo, Análisis e Historia, y eventualmente mi pasión por éstas sustituyó a la primera. Como estudiante, también llevé los cursos de Ruso y Griego Moderno en el entonces CELE (siempre me han entusiasmado mucho los idiomas); asistí a innumerables funciones de cine (otra pasión mía) y pasé muchas horas en el Centro Cultural. Hice amigues entrañables, conocí a grandioses profesores y a mi pareja de vida.

Cuando cursaba el octavo semestre, en abril, estalló la huelga. Algunes de mis compañeres se fueron a otras universidades al prolongarse el cierre de la Universidad; yo nunca lo consideré como una opción. Durante ese periodo empecé a trabajar como ayudante de profesor y como técnica académica asociada al seminario de Historia y Filosofía de las Matemáticas de la Facultad de Ciencias. Así, comencé a conocer la UNAM como académica y ya no sólo como estudiante.

El tiempo pasó muy rápido y pronto dejé la Universidad para hacer un doctorado en Análisis Funcional y Teoría Espectral en el King’s College, en Londres. Al regresar a México, volví a la UNAM para hacer un posdoctorado en Historia de las Matemáticas y posteriormente me incorporé como profesora de tiempo completo. Han pasado algunos años de esto y ahora estoy por cumplir 20 años de antigüedad. Como profesora encontré lo que más me gusta hacer: enseñar y aprender. He dado clases a estudiantes de licenciatura y posgrado; he dirigido 23 tesis de licenciatura y posgrado, y no he dejado de aprender de las Matemáticas, de mis colegas, de mis estudiantes ni de la Universidad.

Actualmente, me desempeño como coordinadora del programa de maestría y doctorado en Filosofía de la Ciencia, posgrado inter/multi y transdisciplinario entre las humanidades y las ciencias. Esta labor ha traído consigo grandes recompensas y grandes retos, sobre todo por la difícil época que atravesamos. La pandemia ha traído consigo –además de grandes pérdidas humanas– un reto considerable para la UNAM al convertir el trabajo cotidiano en algo que se hace a través de las pantallas. Sin embargo, esto también ha tenido un lado positivo. Un ejemplo de esto es la labor que Fundación UNAM ha hecho con el ciclo de conferencias Universidades por la Ciencia, que reunió a científicos de todo el mundo para promover la colaboración en la investigación y la comunicación científica. Los beneficiados de acciones como esta son les estudiantes.

Espero el día en el que podamos regresar y disfrutar de las instalaciones, ver las jacarandas, entrar a las bibliotecas para trabajar y lograr que les estudiantes disfruten de un segundo hogar como yo lo hice.

Coordinadora del Posgrado en Filosofía de la Ciencia

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