Claudia Ríos

UNAM: Gratitud por el arte y la poesía
Septiembre de 1986, mi primer día de clases en la Universidad; bajé del autobús y me encaminé rumbo a la Facultad de Filosofía y Letras, todavía no llegaba y ya sentía un halo de inspiración que siento hasta el día de hoy: la Biblioteca Central, Rectoría, los jardines… se estaba empezando a escribir mi vida profesional.
Llegué a mi primera clase de actuación, todos los alumnos expectantes… estábamos donde siempre habíamos querido estar. Muchos de ellos arriesgándose a estudiar una carrera contra la aprobación de su familia, contra una sociedad que pensaba que para ser actor no se estudiaba, y menos que se podía obtener una licenciatura. La carrera de Literatura Dramática y Teatro fue creada desde 1959 dentro del Colegio de Letras.
Siempre fuimos tratados con respeto hacia nuestra vocación, con maestros de gran trayectoria que nos dieron las herramientas para desarrollar nuestro talento en libertad, donde se nos permitía ser nosotros mismos. La confianza y determinación transmitidas por nuestros maestros fortalecieron nuestra autoestima, responsabilidad, trabajo en equipo y pensamiento lógico.
Muchas veces hablábamos de los grandes montajes que vimos en el nuevo Centro Cultural Universitario (CCU), dirigidos por los mejores directores de escena nacionales e internacionales, con actuaciones que aún siguen vivas en nuestra memoria. Pudimos asistir a decenas de espectáculos de extraordinaria calidad a precios bajísimos. Su editorial nos permitió hacernos de una biblioteca a precios muy accesibles… esto es muy importante cuando se es “estudihambre”.
La UNAM me dio la oportunidad de hacer mi primer montaje con La tragicomedia de Calixto y Melibea, de F. de Rojas (1999), actuado magistralmente por la gran Luisa Huertas como La Celestina. Llenamos el teatro con estudiantes que reían, festejaban y vibraban con una obra escrita en 1498, más de 280 funciones en tres temporadas distintas. Este es el teatro que hace la Universidad, el que acerca a TODOS a la cultura, invitándolos a una fiesta escénica en la que se le revela lo profundo y complejo de la naturaleza humana.
En 2007 regresé a la Universidad para montar la obra Lou, la sibila de Hainberg, de B. Martínez, basada en la vida de Lou Andreas Salomé y protagonizada por la gran Adriana Roel. Captamos público tanto universitario como a todos aquellos atraídos por las mujeres que han hecho historia en el ámbito intelectual.
En 2009 dirigí Otelo, el moro de Venecia, de W. Shakespeare (trad. Dr. Alfredo Michel Modenessi). Era increíble escuchar los suspiros del público, sus críticas ante Yago, y el dolor ante la muerte de Desdémona. La UNAM ha promovido incansablemente el acercamiento de los jóvenes a un teatro clásico que se comunique vivamente con el espectador. Aquí me he podido manifestar libremente como creadora en una gran cantidad de proyectos. También colaboré con el Festival Internacional de Teatro Universitario, el cual convoca a estudiantes de Escuelas Profesionales de Teatro del país a concursar, otorgando una temporada a los ganadores en sus recintos universitarios. Este festival difunde el teatro universitario y sus propuestas teatrales, pero sobre todo se trabaja por que se escuche su voz.
La Dirección de Teatro también ha difundido incansablemente la dramaturgia mexicana. El público sabe que puede disfrutar de producciones de calidad en una gran variedad de puestas en escenas de teatro clásico o contemporáneo con propuestas arriesgadas e innovadoras. La UNAM hace un gran esfuerzo por mantener precios accesibles no sólo para los alumnos, sino para el público en general, atendiendo las necesidades básicas espirituales de la población. La promoción de la cultura no sólo se concentra en el CCU, también en sus giras, concursos, seminarios, festivales, ediciones y promoción de nuestro trabajo a nivel internacional.
La UNAM es un lugar sereno, como un roble en el que puedes descansar, protegido bajo la sombra del conocimiento, fortalecido con los valores que nos ha transmitido. Es en ese lugar que han construido tantos mexicanos donde se enaltece lo mejor del ser humano, rescatando con su noble espíritu a muchos de nosotros, dándonos un por qué y para qué. Así, al final de la jornada tendremos la satisfacción de dejar un poco de belleza en el corazón y en la mente de los demás.
La UNAM me ha demostrado que siempre está dispuesta a abrazar a todos, pues todos somos sus alumnos, los niños, padres y abuelos que asisten a los espectáculos, todos somos, aunque sea por un rato del domingo, un ratito pumas, un ratito UNAM.
Y por todo lo que me ha dado la UNAM los convoco a apoyar a la Fundación UNAM para que muchos más jóvenes puedan participar de este mundo de valores.
Directora, dramaturga, docente y actriz