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Una universidad para la nación

La UNAM, para mí, como para muchos mexicanos, es una casa, es parte de mi hogar; paso más tiempo en la Universidad que en casa. La UNAM significó la posibilidad del ascenso de oportunidades. Como muchos mexicanos, vengo de una familia muy modesta y, ciertamente, la Universidad me permitió abonar en el conocimiento, en el saber, en más cosas que me permitieron en lo individual, en lo familiar, mejorar. La UNAM ha sido un espacio de crecimiento y desarrollo formidables. Como ningún otro espacio que he conocido, da la oportunidad de encontrar satisfacciones, especialmente por el trato con los jóvenes, con aquellos que tienen anhelos, aspiraciones, deseos. Esa frescura no tiene moneda de cambio. Nunca he dejado de dar clase y este contacto con los jóvenes ha sido formidable. La satisfacción de servir la he desarrollado en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde uno halla espacios incomparables para crecer y divertirse, para acrecentar todas las aristas de la cultura.

Alguien contaba que otra persona decía: “Mira, asómate por la ventana, todo lo que no ha creado Dios, lo ha hecho un ingeniero”. ¿Qué quiero decir? La ingeniería está presente en todos los espacios. No hay lugar que no haya sido hecho por la intervención de algún ingeniero. Y la historia de la Facultad de Ingeniería también lo señala. Fue la primera institución de carácter científico en el continente, en 1792, desde Alaska hasta la Patagonia; fue la primera de carácter científico, no clerical, y se fundó por una idea que tenía que ver con lo técnico, pero también con lo humano, con las ordenanzas de la actividad minera, para que se formaran personas que pudieran extraer los minerales de una manera más eficiente, como en la Nueva España ocurría pero con personas que supieran dar un trato digno. Hoy, afortunadamente pudimos restaurar, con ayuda de los ex alumnos de la facultad, el Real Seminario de Minas, que está en la calle de Guatemala en el número 90. Ahí hubo aportaciones como un recinto mayor, que hace poco más de un año cumplió 200 años de haberse terminado: el Palacio de Minería. Ahí empezaron a desarrollarse otras actividades relacionadas con la ingeniería, en otras áreas. El primer gran laboratorio de química se instauró en el Palacio de Minería. Hubo aportaciones derivadas de la actividad minera, pero no solamente ahí, en la ingeniería civil empezaron a crecer muy de la mano con la Academia de San Carlos, históricamente estamos muy vinculados; también en el arte, al menos en su expresión gráfica; en el primer laboratorio de caminos, de asfaltos, se formaron profesionales connotados; y posteriormente se dio la electromecánica que hoy es el área más notoria que se imparte en la facultad. Pero en el camino y, sobre todo cuando se expropió la industria petrolera, era importantísimo formar profesionales, y hoy se siguen formando y se siguen haciendo trabajos para mejorar el aprovechamiento de los recursos del subsuelo.

Hubo incluso otras entidades que tuvieron origen en lo que hoy es la Facultad de Ingeniería. Menciono como muestra a la Facultad de Ciencias, en su parte de física y de matemáticas, el Instituto de Física, Instituto de Matemáticas, algunas áreas que se cultivan hoy en la Facultad de Filosofía y Letras, el Instituto de Ingeniería ya estando en Ciudad Universitaria, y del Instituto de Ingeniería al Instituto de Geología. Es decir, la Facultad no sólo es madre, sino que yo diría, eufemísticamente, abuela de otras instituciones que en su nombre llevan el quehacer. Formar a tantos profesionales de ingeniería es un reto. La ingeniería implica muchísimas cosas, a veces no es suficientemente comprendida; se confunde la actividad del ingeniero con la del científico, artista o técnico, pero es un poco de cada uno.

Las aportaciones han tenido que ver con la construcción y la infraestructura del país. Lo que se ha hecho en la Facultad de Ingeniería ha dejado aportaciones nacionales e internacionales y sigue en el camino produciendo. El país es mucho mejor con la Universidad. Y en ello, instituciones como la Facultad de Ingeniería han jugado un papel determinante, de las 112 carreras que tiene la UNAM, 13 están aquí, incluso la de más reciente creación: Ingeniería en Sistemas Biomédicos.

Puedo afirmar que la Universidad hoy en día representa el mejor espacio con el que cuenta una porción importante de nuestros estudiantes, es mejor que el barrio en que viven, hasta en el sentido familiar. Hay esperanzas que son cruciales para el ser humano. Cuando digo que la Universidad representa el mejor espacio para muchísimos de nuestros estudiantes lo digo incluso desde las necesidades vitales, las primarias, como nutrirse bien y tener buenas condiciones de estudio. Y no siempre encontramos el camino más adecuado para retribuir a la Universidad lo que se merece. Me parece que Fundación UNAM ha sido un instrumento privilegiado para canalizar esa necesaria ayuda. No tengo duda que lo más grato en la vida es dar y compartir, así como aquellos que dan y descubren el placer en hacerlo.

Por: Gonzalo Guerrero Zepeda, ex director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM

Fuente | El Universal

 


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