Francisco Javier Aguirre Vizzuett

El círculo universal de la UNAM
La presencia de la Universidad Nacional Autónoma de México ha marcado muchos pasajes de mi historia personal y profesional; ha sido, también, un sello indeleble en la acumulación de vivencias y experiencias en muchos ámbitos de mi vida. Desde muy joven siempre recibí la transmisión del amor a la UNAM por parte de mi padre, que es un universitario convencido de los grandes beneficios que nuestra Universidad nos brinda; por lo que aprendí a disfrutar y convivir con los preceptos que nuestra Alma Mater nos procura.
Nunca tuve la menor duda de que debía estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México; sin embargo, tenía un dilema que provenía de estudiar la licenciatura en Ciencias Políticas o la de Derecho. Recuerdo que en alguna ocasión en que tuve la oportunidad de platicar con ese hombre extraordinario que fue don Miguel de la Madrid, él me hizo ver y reflexionar sobre las bondades y perspectivas que implicaría el estudiar la carrera de abogado.
Tuve una gran oportunidad de conocer al verdadero México a través de mi paso por la Universidad. Ahí encontré grandes amigas y amigos, y juntos luchamos por construirnos un futuro a base de conocimientos, vivencias y experiencias, las cuales –tengo la certeza– no son fáciles de hallar. Éramos un núcleo de jóvenes, compañeras y compañeros, con una perspectiva de vida distinta y buscábamos una formación académica y profesional desde nuestros diferentes ámbitos. En el año de 1983 –recuerdo con agrado–, ingresamos al primer semestre cerca de mil doscientos alumnos, quienes fuimos seleccionados previamente al realizar nuestro examen de admisión, con un riguroso y estricto esquema para presentarlo en el majestuoso Estadio Azteca. Esa diversidad, que incluía diversos aspectos, como nuestras raíces familiares, educativas, religiosas e incluso orígenes regionales, fue, a final de cuentas, una herramienta que coadyuvó en nuestro enriquecimiento personal y profesional. Hoy sigo teniendo la fortuna de frecuentar a mis grandes amigos de la Facultad.
Ahora bien, así como hablo de la diversidad de mis compañeros, puedo recordar e incluso presumir uno de los más altos valores que nos proporcionó y aún nos proporciona la UNAM: el excelente y enriquecedor plantel de profesores y académicos que día a día nos permitían convivir y nos transmitían sus experiencias de vida profesional a través de sus muchas horas de cátedra. Esa perspectiva era la que –gracias a ellos– nos hacía posible tener todo un universo de experiencias frente a nosotros. Cómo no recordar a maestros de la talla y nivel moral de Ignacio Burgoa Orihuela, Horacio Castellanos Coutiño, Jorge Carpizo, Olga Sánchez Cordero, Eduardo Andrade, Fernando Serrano Migallón, Alfonso Muñoz de Cote, entre otros; todos encabezados por el diligente Edmundo Elías Musi, quien siempre, con un gran sentido de amistad y formación, nos fue guiando a través de nuestro paso académico. La oportunidad de aprender con todos ellos nos brindó la universalidad de diferentes ideologías, métodos de estudio y perspectivas profesionales. Esto es un valor único, un privilegio para los que pudimos vivir y disfrutar la UNAM.
Por otra parte, un aspecto fundamental –y que resalto de una manera especial– son las excepcionales instalaciones de la Universidad: edificios, bibliotecas, centros deportivos y recintos culturales, los cuales nos han permitido gozar y aprovechar la enorme inversión que a lo largo de los años nuestras autoridades universitarias, de manera visionaria, han realizado en todos los campus universitarios, que son realmente un privilegio y nos dan un valor diferenciador con otras instituciones de educación superior en el país y en el mundo.
Todas estas instalaciones y el desarrollo de planes de estudio integrales y actuales son producto del legado de hombres excepcionales que han encabezado el trabajo y destino de la UNAM, a través de las diversas Juntas de Gobierno y de rectores extraordinarios como han sido Guillermo Soberón, Jorge Carpizo, José Sarukhán, Francisco Barnés, Juan Ramón de la Fuente, José Narro y Enrique Graue. Es precisamente gracias al doctor Narro Robles que se pudo concretar la construcción de un hermoso campus de la UNAM en León Guanajuato, el cual alberga a cerca de dos mil alumnos en nueve licenciaturas. Así es como se busca llegar a la sociedad guanajuatense, a través de un proyecto educativo con amplia penetración e influencia en la comunidad académica y cultural del estado. De la misma forma, gracias a la firme decisión del rector Graue, se consolida día a día la presencia de la Universidad en el país, por ejemplo, con la apertura de instalaciones en San Miguel de Allende.
La UNAM es una institución que permite y genera la formación de seres humanos con valores, patriotismo y responsabilidad. El pertenecer a la comunidad de la UNAM es un hecho que deja huella indeleble en la vida de cualquier profesionista y de cualquier mexicano. Ingresar a ella implica no sólo pertenecer a un círculo de juventud sino a un ciclo permanente de ideas, vivencias y aprendizaje; en suma, es un hervidero social. En la Universidad aprendí a escuchar la opinión de otros, a discutir, a preguntar, a debatir y, como diría un apreciado maestro, a “no perder la capacidad de asombro”. También, aprendí a ser demócrata y liberal, y, en consecuencia, a ser un ferviente defensor del Estado de Derecho. Así, el servicio público fue una de mis metas, una vocación de servicio y de conocimiento, una búsqueda del compromiso social por un México mejor.
He sido testigo de cómo en nuestro país la Fundación UNAM ha desarrollado una extraordinaria labor a lo largo de veintiséis años para lograr los medios y los mecanismos para que miles de estudiantes logren tener las mejores herramientas para su desarrollo. Hoy, en la Fundación UNAM Capítulo Guanajuato, iniciamos una nueva etapa en la que nos proponemos no solamente realizar una exitosa campaña de procuración de fondos y apoyos económicos para la intensa actividad que viene realizando la UNAM en este hermoso estado, sino que estamos comprometidos a realizar un gran esfuerzo en la difusión de todas las actividades académicas, culturales, deportivas y de beneficio social que realiza nuestra querida y respetada Universidad Nacional Autónoma de México. Esto es la UNAM: un gran círculo virtuoso que coadyuva en el desarrollo integral de todo México.
Egresado de la Facultad de Derecho generación 1983-1986 y presidente de la Fundación UNAM Capítulo Guanajuato
Fuente: universal.com.mx