
Aceptar la violencia hacia la mujer puede derivar en una situación más grave, el feminicidio, alertó la doctora Julia del Carmen Chávez Carapia, coordinadora del Centro de Estudios de Género de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
Lamentó que las agresiones hacia las mujeres pareciera que son aceptada culturalmente, “me maltrata, me pega, pero lo normal”, dicen las víctimas.
En entrevista para UNAM Global dijo que la violencia familiar o doméstica se da en una relación de parentesco, entre cónyuges, hijos contra padres o viceversa, dentro y fuera del domicilio. Se manifiesta de forma física (golpes y lesiones visibles), emocional (maltrato no visible que agrede la esencia de la víctima), y sexual (abuso y violación en la relación de pareja).
Asimismo, existen la violencia económica o el condicionamiento para otorgar dinero, cubrir gastos familiares y la violencia patrimonial, en la que a través de manipulaciones y presión de la pareja y/o familia, se despoja a la mujer de sus bienes.
Refiere que la gran mayoría de mujeres en el mundo y en el país viven todavía sometidas a la dependencia económica de la pareja.
Más aún, “como mujeres, nuestra educación, inculcada por la sociedad y la familia, nos hace sentir que el hombre es la autoridad, el que manda y a las mujeres nos toca aceptar, ser pasivas y sumisas”. La propia madre ordena a las hijas atender y servir a los varones.
Chávez Carapia expone que hay factores de carácter estructural que abonan al abuso, el desempleo, la falta de ingresos para satisfacer las necesidades básicas. Pero la violencia está en todos los sectores, “la gente rica y la gente pobre mata”, no es cuestión de estatus. Por conveniencia social, la violencia física se disfraza en algunos sectores.
En el caso de las adultas mayores, la violencia emocional y patrimonial se hace más fuerte cuando éstas dejan de ser objeto sexual y terminan su edad reproductiva.
Cuando la mujer es joven la violencia es física, sexual y emocional. Dentro de una relación de pareja, el abuso hacia la mujer puede aparecer desde el inicio y se manifiesta en hechos como quitarle el celular para ver qué hace, con quién habla, prohibirle salir con otras personas u ordenarle la forma en que debe vestir.
“Son pocas las instituciones y pocos los recursos, hasta que hay posibilidades de feminicidio, entonces intervienen”. No hay perspectiva ni sensibilidad de género entre las autoridades que atienden y entre los que dictan sentencia sobre el destino de los hijos y el vínculo familiar, reconoce Chávez Carapia.
La atención a las víctimas es una labor multidisciplinaria, intervienen el trabajo social, la psicología y el área jurídica.
Fuente: UNAM Global