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El futuro es un escenario de incertidumbre para la humanidad

Durante la conferencia magistral “Pensar en el futuro”, en el marco del primer Coloquio Internacional, “La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?”, distintos académicos y filósofos de talla internacional, coincidieron que es indispensable replantear el pensamiento humano para poder revertir las diferentes crisis que acontecen en el mundo.

Edgar Morín, filósofo y sociólogo francés comentó: El futuro se llama incertidumbre, porque no sabemos qué va a llegar en donde todos los escenarios parecen desastrosos

Desde finales del siglo pasado se registra una crisis universal de la democracia en el mundo; se observa una regresión política y una sumisión total de las sociedades ante el poder, comentó.

El filósofo francés subrayó que la ciencia y la tecnología han venido desarrollando dos posibilidades antagónicas sobre un futuro inmediato; por un lado, la creación de mecanismos de control sobre la gente y las sociedades mediante la llamada inteligencia artificial, dominada por un grupo privilegiado en el mundo y una élite que se encargará de la toma de decisiones; o bien, apostar por el mejoramiento de las acciones humanas con base en la solidaridad y la consciencia.

En su oportunidad, Daniel Innerarity, filósofo español y director del Instituto de Gobernanza Democrática, destacó que nuestras sociedades están construyendo el futuro de una manera insostenible, desde un punto de vista ecológico, demográfico y financiero.

Somos sociedades distraídas con la inmediatez, incapaces de tomar con suficiente consideración y responsabilidad el futuro, tal y como lo están exigiendo las actuales circunstancias, afirmó.

Señaló que los gobiernos tienen que tomar decisiones que no sólo distribuyan costos y beneficios entre diferentes sectores y grupos vivos en el presente, sino que implican también varios periodos de tiempo y que impactan a varias generaciones.

En su momento, el sociólogo Ramón Ramos Torre consideró que estamos ante un problema nuevo que requiere soluciones nuevas.

La complejidad del tema sobre pensar el futuro no debe llevarnos al desánimo, pues nada ganamos optando por la lamentación; es necesario actuar y no quedarnos con los brazos cruzados, recalcó.

Menciona tres indicaciones que se deben atender para pensar en el futuro:

La primera, reconocer que nos encontramos en sociedades diferenciadas que no están ni pueden estar pre armonizadas. Debemos atemperar y concordar futuros disimiles y en disputa generando un entramado siempre precario.

La segunda, considerar que hay todo un ambiente alrededor de las tecnologías de la incertidumbre, pues el futuro es constitutivamente incierto, lo ha sido siempre a pesar de que hayan prometido limitar lo incierto recurriendo a ideas tan brillantes como el destino, la providencia o el progreso.

Y la tercera, observar a la ciencia como un problema, pues aun cuando no podemos ni debemos renunciar a ella o a los expertos que la producen, el problema que enfrentamos está en la llamada ciencia posnormal, en la que los especialistas no pueden tener el monopolio del saber, tomando en cuenta que son incapaces de dictar las recetas curativas para los problemas del futuro.

Finalmente consideró que la opción está en la democratización de la ciencia y en asumir acciones colectivas que rompan con el desánimo, la despreocupación y la tendencia a inhibirse ante algo que ni se entiende y ni se sabe cómo actuar.

Fuente: Gaceta UNAM

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