La memoria: Un disco duro irremplazable

Seguramente te ha pasado que no puedes recordar dónde dejaste las llaves del coche o si apagaste la cafetera antes de salir de casa, sin embargo, no olvidas cómo manejar o andar en bici ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué hay cosas que olvidamos y otras no? Las respuestas clave a estas preguntas están en cómo funciona el cerebro, en particular en la memoria.
El olvido
Sin la memoria seríamos incapaces de percibir, pensar o aprender; es la encargada de evocar la información que almacenamos a través de experiencias del organismo.
No hay un lugar específico en el cerebro donde se encuentre, lo que hay es un cúmulo de partes que se involucran en el procesamiento de información para producirla. Las cortezas cerebrales son las áreas que más implicadas están en la formación de la memoria; el sistema límbico a través del hipocampo, el cual es muy importante porque guarda las memorias espaciales, es decir, lugares; y la amígdala, encargada de guardar recuerdos, sobre todo emociones, explica el doctor Federico Bermúdez Rattoni, del departamento de Neurociencia Cognitiva del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.
“No se puede hablar de un centro de la memoria, pero sí de que hay centros o áreas distribuidas en el cerebro que participan. Mediante el aprendizaje se incorpora información de nuestro ambiente y gracias a la memoria se recuperan esos datos almacenados para emplearlos”.
Existe la memoria implícita y la explicita, la primera consiste en comprender hábitos y desarrollar destrezas perceptivas y motoras, es decir, aquellas que una vez que se adquieren y repiten, las hacemos casi en automático, por ejemplo manejar o andar en bicicleta.
La explicita es declarativa, aquella con la cual podemos explicar qué hicimos o donde fuimos. Por ejemplo, hay memoria declarativa contextual del lugar dónde uno se encuentra, o memorias declarativas enciclopédicas, las cuales consisten en memorizar, también existe la memoria de cognición con la cual formamos mapas espaciales que nos permiten saber dónde estamos.
Esta capacidad se va deteriorando debido a que con el paso de los años las células se vuelven menos versátiles, menos activas, y se traduce en una disminución gradual de la memoria. Existen enfermedades como el Alzheimer donde el deterioro es muy rápido debido a la acumulación de un péptido (beta-amiloide) que impide la comunicación de las neuronas de forma normal, agrega el investigador Federico Bermúdez.
Una mente almacenadora
La memoria es la capacidad mental a la que más recurrimos y que mayor esfuerzo exige:
Los métodos básicos de la memoria son: el aprendizaje, la recepción de información, cómo ésta se transforma en códigos dentro del cerebro y cómo se consolida, mantiene, evoca y modifica.
El proceso de consolidación es la diferencia entre una memoria de corto y largo plazo. Por ejemplo, hay memorias que adquirimos pero no las necesitamos por un largo periodo de tiempo.
El Alzheimer es un padecimiento relacionado con la memoria. Es una enfermedad gradual y degenerativa del cerebro, la cual genera un deterioro de la memoria, del pensamiento y de la conducta.
Hay varios elementos que pueden fortalecer la memoria. Uno de ellos es realizar ejercicio constantemente y otro es mantener activo el cerebro leyendo o resolviendo juegos de lógica.
Sistemas de memoria
Memoria sensorial: Guarda todo aquello que proviene del ambiente externo, registra sensaciones y características físicas.
Memoria a corto plazo: Sólo guarda información momentánea, es decir, lo que necesitamos inmediatamente, como un número telefónico o el nombre de alguna persona. La vida útil de estos recuerdos es corta.
Memoria a largo plazo: Conserva nuestros conocimientos del mundo para poder emplearlos posteriormente, almacena nuestros recuerdos de la infancia y los significados de las cosas; es gracias a ella somos quienes somos.
La enfermedad: 47% de los casos de Alzheimer se presenta en personas de 85 años.
Autor: Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM