Macario, el filme que no muere

A pesar de que Macario, la adaptación cinematográfica del texto homónimo de B. Traven, por parte de Roberto Gavaldón fue creada en 1960, sigue dando de qué hablar, ya que este año se cumplen 60 años desde su estreno, mismos en los que ha sido galardonada en más de una ocasión y considerada en 1994 –por una lista publicada en la revista SOMOS- como una de las 100 mejores películas del cine mexicano.
Si bien el filme, cuyo guión fue realizado por el mismo Gavaldón y Emilio Carballido, ha sido reconocido de muchas formas, no tuvo ni el éxito ni la misma relevancia para todos, como fue el caso del columnista Emilio García Riera, quien en su columna en la Revista de la Universidad calificó en 1960 al filme como una producción carente de ideología y mediocre al no encontrar lo que el director quiso contar a través de su historia.
Aun con estas críticas, el tiempo ha permitido que Macario siga apareciendo en libros y esté en la boca de muchos sobre todo en estas fechas de festejos hacia la muerte, ya que el filme trata de un leñador que comparte alimento con la Muerte, despertando así sospechas de brujería en la Santa Inquisición.
“Macario es una cinta arquetípica como lo son sus antecedentes literarios. La muerte como instancia justiciera, temida por igual por pobres y ricos. La única capaz de eliminar la brecha e igualar a todos los hombres. Ya una leyenda griega cuenta la historia de un pastor humilde que pidió a Caronte –el barquero del Hades que conducía las almas de los difuntos al otro lado del río Aqueronte– que fuera padrino de su hijo. Caronte otorgó a su ahijado el poder de adivinar las muertes próximas, pues podía verlo a él a los pies del lecho de los moribundos. Enriquecido por el don, tras intentar burlar a Caronte para salvar a una princesa que sería luego su esposa, terminará muerto, reclamada su alma por el barquero. Esta historia ya incluye la metáfora de las almas como velas que se van consumiendo conforme avanza la vida”. Mencionó Fernando Mino en un texto publicado como parte de la serie Clásicos de la Época de Oro del Cine Mexicano.
Mientras para Mino, el éxito del filme en el extranjero radica en el desarrollo de arquetipos de la cultura mexicana, no sólo de lo indígena, sino también de la celebración de los mexicanos a los muertos, para la investigadora Nancy J. Membrez, de la Universidad de Texas, los críticos mexicanos no mostraron empatía con el filme porque lo creyeron un retroceso ideológico, además, cree una decepción en ellos por rodarse en blanco y negro, ya que de esta forma no se retrató lo colorida que es esta festividad para México.
A 60 años de su estreno, y gracias a la tecnología, Macario se ha vuelto viral con una versión a color; proyecto que realizó Woldemberg Pérez Zúñiga, un joven chiapaneco que llenó de color los fotogramas a través del software Deoldify y que sin duda demuestra que la película sigue manteniendo un lugar importante en la cultura mexicana.
FUENTE: GACETA UNAM