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Una explicación científica al amor

El Museo Universum de la Universidad Autónoma de México (UNAM), nos comparte una serie de imágenes en dónde nos explica científicamente que ocurre en nuestro cerebro al enamorarnos

El Museo Universum de la Universidad Autónoma de México (UNAM), nos comparte una serie de imágenes en dónde nos explica científicamente que ocurre en nuestro cerebro al enamorarnos, sentir amor, un abrazo y más procesos químicos que experimentamos al estar con las personas que queremos.

En civilizaciones antiguas creían que lo valioso de una persona radicaba en el corazón. Aristóteles por ejemplo pensaba que el cerebro era una especie de radiador, que servía para refrigerar y mantener el cuerpo.

Platón pensaba que el cerebro es la sede de los procesos mentales y que el amor es la motivación que nos lleva a conocer y contemplar la belleza en sí.

Descartes creía que es un sistema que regula el comportamiento: una especie de antena donde se comunica el espíritu con el cuerpo.

Hoy en día, sabemos que el cerebro mantiene el cuerpo vivo; realiza funciones complejas, es dinámico y es el centro de todo lo que somos y hacemos.

Cuando nos enamoramos nuestro cuerpo empieza a segregar compuestos químicos en grandes cantidades. Estas sustancias pueden hacernos tener sensaciones que son muy similares a las que producen algunas drogas y los trastornos obsesivos compulsivos.

Lo que ocurre al sentirnos enamorados, es que el cerebro libera sustancias que nos hace sentir felices, como puede ser la adrenalina, esta sustancia nos motiva a hacer cosas sin pensar.         

La serotonina nos hace solo pensar en esa persona y ser obsesivos. Cualquiera que sea el comentario de un tercero la persona que amamos siempre es la ideal.

  • La dopamina es la culpable de que sintamos mariposas en el estómago, nos suden las manos o nos sonrojemos cuando vemos a la persona que nos gusta.
  • Las endorfinas hacen que nos sintamos felices cuando estamos con la persona que amamos.La oxitocina provoca que siempre queramos estar cerca de esa persona y no podamos ni respirar.
  • La vasopresina hace que creamos que son de nuestra propiedad y debemos protegerlos. 

En el enamoramiento el olfato es fundamental, puesto que cada persona posee un aroma que la caracteriza.

Su función es atraer al otro; sin embargo, en ocasiones el aroma natural es disfrazado y hasta cierto punto modificado por perfumes o desodorantes.

El olfato detecta moléculas esparcidas en el aire y sensores nerviosos llevan la información al cerebro y éste con su memoria, reconoce el olor de la persona amada y establece un vínculo entre la pareja.

Entre estas sustancias detectadas, están las feromonas, que son sustancias químicas que permiten la comunicación entre miembros de una misma especie.

Sus efectos no se limitan a la pareja sexual, sino también intervienen en el reconocimiento de congéneres, van desde la atracción sexual hasta la sincronización de ciclos menstruales entre mujeres y la conducta materna.

¿Y qué ocurre con los besos? En un beso, se transfieren en promedio 80 millones de bacterias. Un beso en la mejilla, por ejemplo, activa 12 músculos faciales, un beso apasionado activa 34 músculos.

Un dato curioso por el contrario de lo que parece, es que cerca del 20% de la población nunca padece de caries, gracias a que las bacterias que se intercambian en un beso son protectoras.

  • Los hombres transmiten testosterona a través de la saliva, esto es lo que produce la excitación sexual.

No todo es de color de rosa y cuando ocurre el rompimiento, el cerebro desata procesos en nuestro cuerpo que terminan por hacernos sentir mal.

Comenzamos a liberar más hormonas del estrés como el cortisol y noradrenalina, lo que conlleva un gran desgaste físico y emocional. Algunos estudios han encontrado que, al pensar en la relación, algunas regiones del cerebro asociadas con la sensación física de dolor, se activan.

Esto, junto con niveles anormales de neurotransmisores y hormonas, sugiere que nos encontramos en un estado similar, aunque no igual, al del síndrome de abstinencia en una adicción.

Sin embargo, el sentimiento de querer no es exclusivo de los humanos con humanos, un ejemplo claro son los perros. Los canes tienden a buscar contacto con sus dueños, un comportamiento que está asociado con variaciones genéticas en la sensibilidad, a la llamada hormona del amor: la oxitocina.

Esta hormona desempeña un papel en las relaciones sociales entre los individuos, tanto en seres humanos como en animales, estimula la producción de serotonina y dopamina, relacionados con la motivación y el estado de ánimo, provoca un aumento de la confianza y reducción del miedo social, entre otros afectos sobre el comportamiento.

El lazo afectivo que las personas establecen con sus perros puede ser comparado en algunos aspectos con los vínculos de apego que se generan entre las crías y sus cuidadores.

Puedes encontrar más información en las cuentas oficiales de Museo Universum

Fuente: Universum Museo

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