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Facultad de Arquitectura alista brigadas de ayuda ante sismo

Más de 7 mil jóvenes estudiantes, profesionistas y académicos, se prepararon en la Facultad de Arquitectura de la UNAM a través de brigadas para apoyar a los afectados por los sismos.

Gracias a las brigadas emergentes de esa entidad académica, los alumnos participantes afirman tener una nueva perspectiva de sus carreras, pues han sido testigos de los riesgos que enfrenta la población.

El departamento de Servicio Social de la FA coordinó a quienes acudieron. Se conformaron brigadas que atendieron más de 13 mil solicitudes (que llegaron por distintas vías hasta el viernes pasado), y aunque faltan algunas por asignar, el compromiso de la Universidad es que todas queden resueltas.

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La Agrícola Oriental, Tlalpan, Condesa, Garibaldi, Merced, Bondojito, Candelaria, Condesa, Xochimilco y Tlatelolco fueron sólo algunos de los sitios en donde apoyaron.

De primera mano, los jóvenes universitarios aprendieron a tratar con familias de escasos recursos que no quieren salir de sus hogares, por lo que Carla Rodríguez Heredia, también estudiante del séptimo semestre, espera desarrollar a futuro algún tipo de viviendas más económicas y sustentables para apoyarlos.

“En la escuela vemos mucha teoría sobre cómo crear estructuras, pero no las razones por las que pudieran fallar; pero ser testigos de la realidad, de lo que puede ocurrir y cómo se afecta a la gente, te mueve y cambia tu perspectiva”, reconoció.

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“Estas familias no pudieron salir del inmueble durante el sismo. A veces, cuando piensas en cómo diseñar una casa o edificio, imaginas volados muy grandes que lucirían geniales, pero el temblor nos mostró que no es la forma más segura o eficiente de trabajar, así que para los nuevos edificios hay que tener otras perspectivas y soluciones”, enfatizó.

Finalmente, Estefany Ramírez, de quinto semestre, resaltó que la población confía en la UNAM, por lo que fue una gran responsabilidad revisar las construcciones. Para esta tarea, indicó, se utilizaron equipos técnicos a fin de medir la resistencia y, si era necesario, picaban un poco las paredes o las estructuras para asegurarse de que el daño no fuera profundo.

“Sentí que hicimos una diferencia, pues al inicio estaban muy asustados, pero al saber que las grietas no eran estructurales ni importantes, se quedaban más tranquilos”.

Fuente: DGCS, UNAM

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