Rufino H. León Tovar

La UNAM: Alma, corazón y vida de México
Uno de los más gratos recuerdos de mi vida es aquel día que crucé por primera vez las aulas de la Facultad de Derecho de la UNAM para llegar a la escuelita; era mi primer día de clases en el verano de 1986; había logrado hacer realidad uno de mis más grandes anhelos. Proveniente de Conejos, un pequeño pueblo del Estado de Hidalgo en donde pasé los primeros años de mi existencia y donde conocí de cerca la pobreza y la necesidad de la gente, debía enfrentar ahora la dinámica de la imponente Ciudad de México y afrontar los mitos, los temores y los retos que para un provinciano representaba la gran metrópoli. Entre llegar corriendo del trabajo para comer algo antes de las clases, caminar por las islas con mis amigos en las horas libres y escuchar las espléndidas cátedras que nos impartían los destacados juristas que han transformado el derecho a nivel nacional e internacional transcurrieron cinco gloriosos años que marcaron mi vida y mi trayectoria profesional.
Tomar clase con los maestros chingones, así llamados con admiración en el argot estudiantil, pronto tuvo buenos resultados. En el séptimo semestre tenía el cargo de jefe de Departamento, y antes de concluir la carrera era subdirector Jurídico en el entonces Departamento del Distrito Federal. Nunca retrocedí un paso, ni siquiera para tomar impulso, y fue con la llegada de los gobiernos democráticos al Distrito Federal cuando tuve la oportunidad de asumir cargos de alto nivel y toma de decisiones. En 1998, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas me nombró director General del Instituto del Taxi; luego, en la administración del Licenciado Andrés Manuel López Obrador, a invitación del Licenciado Marcelo Ebrard, asumí la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Seguridad Pública, cargo que repetiría en nuestro paso por la Secretaría de Desarrollo Social, rumbo a su campaña para Jefe de Gobierno y al triunfo del hoy canciller, me desempeñé seis años como director General de Transportes Eléctricos. Por mi experiencia en la materia y con la idea de imprimir un cambio en la planeación, la operación y la regulación del transporte y la movilidad de la CDMX, fui nombrado en 2012 secretario de Movilidad; regresé a mi estado en 2016 para desempeñarme por dos años como secretario de Movilidad y Transporte.
Los conocimientos, la visión pragmática de la realidad, los valores y el profundo amor a México adquiridos en las aulas de mi alma máter me han permitido desarrollar acciones importantes para la sociedad, como el abatimiento de los taxis pirata; la implementación del Alcoholímetro; la integración de corredores cero emisiones y del Metrobús; la creación de planes integrales de movilidad; la regulación de las ERTs (empresas de redes de transporte: UBER, Cabify, DiDi y otras) y la creación de iniciativas de leyes en materia administrativa, seguridad pública, transporte y movilidad. Hoy tengo la fascinante responsabilidad de defender a los trabajadores del gobierno federal y de la CDMX, cargo que desempeño con pasión y dedicación, asumiendo la representación de los empleados de menores ingresos, los más vulnerables, aquellos que realmente impulsan la Cuarta Transformación de México.
Quienes tenemos el gran privilegio de ser pumas, debemos apoyar a nuestra Universidad Nacional, ya que, a nivel profesional, la preparación depende tanto de los alumnos como de las instituciones. La Fundación UNAM realiza una gran labor para que la Máxima Casa de Estudios cumpla sus objetivos de docencia, investigación y difusión de la cultura; garantiza las aportaciones de carácter económico, social y moral, y funge como enlace con los sectores público, privado y social.
La UNAM es universalidad, es el espacio donde confluyen todos los Méxicos, las ideologías, el pluriculturalismo, la autonomía y la libertad de expresión e impartición de cátedra. La Universidad Nacional Autónoma de México es el alma, corazón y vida de nuestro país.
Procurador Federal de la Defensa de los Trabajadores al Servicio del Estado